En rigor, por supuesto 1900 no es el comienzo del siglo XX, pero se trata de un número redondo de gran simbolismo. El acontecimiento de la temporada es el estreno de “Tosca” de Puccini, a sólo tres meses del estreno mundial en Roma. Pero un título valioso, aunque casi olvidado ahora, también se conoce: “Cristoforo Colombo” de Franchetti. En 1901 sí empezó el siglo, y con él la extensa asociación de Arturo Toscanini con Buenos Aires, que con algunos hiatos se prolongaría hasta 1917, para retornar luego en 1940 y 1941 pero para conciertos. Estrenó en esa temporada de debut nada menos que "Tristán e Isolda” de Wagner y también “Medioevo latino” del argentino Héctor Panizza, que luego se haría famoso con “Aurora” y desarrollaría una gran carrera como director. En el Politeama se conoció “Le Maschere” de Mascagni. Dos sopranos coloratura brillaron: María Barrientos y Regina Pacini.
Leopoldo Mugnone fue el principal director en 1902 en la Opera; vinieron dos grandes cantantes, el tenor Giuseppe Anselmi y el barítono Titta Ruffo, y se estrenaron “Germania” de Franchetti y “Zazá” de Leoncavallo. Nuevamente estrena Beruti, esta vez “Khrysé” sobre Pierre Louys. Importantes estrenos en 1903, nuevamente con Toscanini: “La Damnation de Faust” de Berlioz, “Haensel y Gretel” de Humperdinck, “Adriana Lecouvreur” de Cilea y “Grisélidis” de Massenet. Toscanini presenta en 1904 los estrenos de “Madama Butterfly” de Puccini, “Siberia” de Giordano y “La Wally” de Catalani. Mugnone está a cargo en 1905 y estrena “Edgar” de Puccini y “Loreley” de Catalani. Fue un acontecimiento la presencia de Puccini, que tuvo un recibimiento de apoteosis. Su venida fue un reconocimiento a la envergadura alcanzada por Buenos Aires como gran ciudad operística. La temporada 1906 con Toscanini fue menos importante, sin estrenos.
La de 1907 tuvo estrenos válidos, como “La novia vendida” de Smetana y “Hérodiade” de Massenet. Pero lo trascendente fue la inauguración del Teatro Coliseo; allí se estrenó “Cendrillon” de Massenet. Era ese Coliseo inicial, que funcionó hasta 1937, un bello teatro de buena capacidad, pero estaba destinado a vivir en la sombra del nuevo Colón, que tras casi veinte años de proyectos y construcción se inauguró en Mayo 2008 y de inmediato ocupó el lugar máximo en América Latina. Es importante recalcar que en esa época las temporadas estaban a cargo de empresarios y los resultados eran a su riesgo. Se trataba de auténticas compañías que repasaban sus partes con el director en el barco que los traía, y las puestas en escena usaban telones pintados. Fue el año del estreno de “Sigfrido” de Wagner y de la ya mencionada “Aurora” (en italiano). El director musical de la temporada fue el notable Luigi Mancinelli. Y entre los cantantes estuvo el célebre bajo ruso Feodor Chaliapin. Pero el Teatro de la Opera siguió activo y estrenó dos títulos de Massenet: “Thais” y “Ariane”. Y también el Politeama estrenó una obra de A. Beruti sobre la época de Rosas: “Horrida Nox”.
Fue el repertorio ruso el que dominó en 1909, con el fundamental estreno de “Boris Godunov” de Mussorgsky/ Rimsky-Korsakov y el menos relevante de “El Demonio” de A. Rubinstein. Fue 1910 el año del Centenario de la Revolución de Mayo. Para entonces Buenos Aires estaba asentada como una de las grandes ciudades culturales del mundo, a compás de la riqueza del país y de su notable desarrollo cultural. En el Colón Edoardo Vitale estrenó “El Oro del Rhin” de Wagner y “La Vestale” de Spontini. Una compañía española de ópera tuvo a Bretón como director de su obra “La Dolores” y a Felipe Pedrell dirigiendo su creación “Los Pirineos”. Del ítalo francés residente en Argentina, César Stiattesi, se estrenó “Blanca de Beaulieu”, considerada con alguna flexibilidad la primera ópera argentina cantada en castellano. El Teatro de la Opera dio su última temporada, decisión tomada por la competencia abrumadora del Colón. Sin embargo se despidió con gran calidad: al estrenar Leopoldo Mugnone “El Ocaso de los Dioses” de Wagner, quedó completo el conocimiento de la Tetralogía en nuestra capital. También se conocieron “Louise” de Charpentier y “Mese Mariano” de Giordano. Y hubo extraordinarios cantantes como Giovanni Zenatello, Salomé Kruscenisky, Riccardo Stracciari y Nazzareno De Angelis. Por su parte el Coliseo, con una compañía procedente de Santiago de Chile, realizó un controvertido estreno” “Salome” de R.Strauss.
Tres estrenos muy diversos en 1911 en el Colón: “La fanciulla del West” de Puccini, “Il matrimonio segreto” de Cimarosa (volviendo al siglo XVIII) y “Eugenio Onegin” de Tchaikovsky. Pietro Mascagni dirigió en el Coliseo cinco óperas suyas, incluso el estreno de “Isabeau”. Una circunstancia imprevista permitió volver a la liza al Teatro de la Opera, aunque con la compañía de la Opéra Comique de París dirigida por el notable Albert Wolff. Entre los cinco estrenos franceses hubo uno fundamental, “Pelléas et Mélisande” de Debussy, y dos gratos, “Le jongleur de Notre Dame” de Massenet y “Fortunio” de Messager. En 1912 retornó Toscanini al Colón en la que será su última temporada argentina como director operístico. Demostrando nuevamente la amplitud de su gusto estético, estrenó “Ariane et Barbe-Bleue” de Dukas e “Hijos de Rey” de Humperdinck. Otro notable director italiano, Gino Marinuzzi, dirigió en el Coliseo; sólo un estreno, “Conchita” de Zandonai. También hubo temporada en el Politeama pero sin estrenos.
Entre los 21 títulos del Colón en 1913 hubo tres estrenos: “Oberon” de Weber, “Fuegos de San Juan” (“Feuersnot”) de R.Strauss e “Il segreto di Susanna” de Wolf-Ferrari. El Coliseo se anotó un acontecimiento de proporciones: la novedad de “Parsifal” de Wagner. Otro estreno indicó que además de Gomes había otros operistas brasileños: “Abul” de Nepomuceno. En 1914 fue el Colón quien dio “Parsifal”, con el gran director Tullio Serafin, que tendría amplio contacto con nuestro medio en las siguientes décadas. Un estreno significativo fue “El sueño de Alma” del argentino Carlos López Buchardo. Y otro valioso: “L’amore dei tre Re” de Montemezzi. El Coliseo dio a conocer “Parisina” de Mascagni.