Género menor pero atrayente, la opereta breve francesa tuvo su mejor exponente en Offenbach. Les Bouffes Parisiens durante varios años a partir de 1861 presentaron muchas de sus obras en un acto. Pero más tarde también obras significativas largas como “Orphée aux enfers”, “La Périchole”, “La Grande Duchesse de Gérolstein” y “La Belle Hélène”. ¡Llegó a haber tres salas dedicadas a la opereta francesa! Y tres teatros en breve lapso (1874-5) ofrecieron “La fille de Madame Angot” de Charles Lecocq. También pudieron verse obras de Delibes y Adam. Son cosas que se han perdido: ahora jamás vemos ese repertorio, así como es muy esporádica la opereta vienesa, está olvidada la inglesa (especialmente Gilbert and Sullivan) y raramente transitada la italiana. Hasta la zarzuela es esporádica ahora...
Justamente es de la zarzuela que conviene ahora ocuparse. A partir de 1854 y con saltos en el tiempo, algunas zarzuelas de género grande se ven en Buenos Aires, teniendo particular éxito “Jugar con fuego” de Vicente Asenjo Barbieri. En 1867 el Colón representa de él “Los diamantes de la corona” y la versión en zarzuela de “Marina” de Emilio Arrieta , convertida en ópera tres años más tarde. En esa misma temporada se puede ver “Pan y toros” de Barbieri. Desde 1874 en adelante la zarzuela se afianzará aquí. En las dos décadas finales se impondrá el género chico y tendrá inmenso éxito en 1894 “La Verbena de la Paloma” de Bretón. Fue emulado por algunos compositores españoles afincados en Argentina como Antonio Reynoso y José Carrilero. En realidad el sainete será el género local que se arraigará sobre el final del siglo, produciéndose obras muy menores pero abundantes.
Un fenómeno interesante se produjo en las últimas décadas del siglo XIX: varios compositores argentinos tuvieron una formación inicial en Argentina, seguida de perfeccionamiento y carrera en Europa. Así, Hermann Bemberg (1859-1931) fue alumno en París de Massenet, Bizet y Gounod y escribió la ópera “Elaine” que fue dada en el Covent Garden de Londres con nada menos que Nellie Melba, quien también la cantó en 1894 en el Metropolitan de Nueva York. Justino Clérice (1863-1908), hijo de francés pero nacido en Buenos Aires, estudió en París con Léo Delibes, y a partir de 1887 escribió más de veinte óperas y ballets para el mercado de la capital francesa. Arturo Beruti (1862-1938) estudió en Leipzig con Reinecke y Jadassohn pero escribió óperas estrenadas en Italia en el idioma de ese país como “Vendetta”, “Evangelina” y “Taras Bulba”. Luego , ya en Buenos Aires, realiza óperas de temática nacionalista. Eduardo García Mansilla (1866-1930), nacido en la legación argentina en Washington, como encargado de negocios en San Petersburgo fue discípulo de Rimsky-Korsakov y cultivó la amistad de Nicolás II; en 1905 presentó en el Teatro del Hermitage su ópera “Iván” (que luego se dará en Roma y en el Colón). Como se ve, el argentino culto era cosmopolita en esa etapa de asentamiento y prosperidad de nuestro país. Otros por supuesto decidieron hacer su carrera directamente aquí, pero sin embargo varios de ellos fueron a estudiar a Europa.
Por natural gravitación me he referido esencialmente a la ciudad de Buenos Aires, pero durante el siglo XIX hubo actividad musical (aunque en otro nivel) en las provincias. En Mendoza estuvieron activos la familia Guzmán y Telésforo Cabero y se fundó en 1897 la Sociedad Santa Cecilia; Sarmiento fundó en San Juan en 1836 la Sociedad Dramática Filarmónica, y en 1884 se establece la Sociedad Musical; en Catamarca Angel Auzzani funda en 1874 la Sociedad Filarmónica y Escuela de Música, la que , dice Gesualdo, “contribuyó a la formación de tríos, cuartetos y pequeños conjuntos orquestales”. A partir de 1797 tiene Córdoba una activa Academia de Música, e iniciado el siglo XIX son numerosas las casas que tienen piano. En 1855 se funda la Sociedad Filarmónica; y el pianista francés Gustave Van Marcke fundará en 1884 la Academia de Música y en 1886 el Instituto Nacional de Música. En estas instituciones fueron docentes numerosos europeos. En Rosario empieza a haber importante actividad desde mediados del siglo. Así, se estrena “Ernani” de Verdi en 1858, funcionan dos décadas más tarde el Teatro de la Opera y el Teatro Olimpo, visita la ciudad el célebre violinista Pablo Sarasate, Johann Heinrich Amelong funda la Sociedad Coral Alemana y otras entidades inician tareas musicales sobre el fin de siglo. Después de 1860 se funda en Paraná una Sociedad Filarmónica muy activa. Y en la Provincia de Buenos Aires son varias las ciudades que tienen una razonable actividad en la materia. Es de señalar la inauguración del Teatro Argentino de La Plata en 1890.